Lo más desconcertante de este tiempo no es la velocidad ni la saturación, sino la cantidad de cosas que creemos que estamos viendo cuando en realidad apenas estamos pasando por encima, como quien hojea un libro sin abrirlo del todo , convencido de que ya sabe de qué trata, y después anda por la vida repitiendo interpretaciones que no leyó en ningún lado.

Podés recibirte, podés publicar un libro, podés enamorarte, podés tener un logro gigante… y el mundo igual pasa de largo, porque nadie lee nada, nadie mira nada, nadie registra más allá de un parpadeo distraído.

Hay una escena que se me repite y que no deja de llamarme la atención: subo algo, lo comparto, lo dejo ahí flotar en ese mar de estímulos donde todo compite con todo, y en cuestión de minutos aparece gente comentando partes q

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