El uso del poder del Estado para los intereses particulares. El presidente de EEUU, Donald Trump, lo exige y la fiscal general de EEUU, Pam Bondi, lo ejecutal Así, Bondi ha anunciado este viernes que ha ordenado a su equipo investigar los vínculos del depredador sexual Jeffrey Epstein con rivales políticos de Trump, como el expresidente Bill Clinton.
Bondi publicó en X un post en el que anunciaba que designaba al fiscal federal de Manhattan, Jay Clayton, para dirigir la investigación, después de conocerse casi 23.000 páginas de documentos de Epstein con mensajes comprometedores que mencionaban a Donald Trump, pero la acción de la justicia se encamina solo a rivales políticos del presidente de EEUU.
Trump, quien fue amigo de Epstein durante años, no explicó qué supuestos delitos quería que investigara el Departamento de Justicia. Y ninguna de las personas que menciona en su post de Truth Social ha sido acusado de conducta sexual inapropiada por ninguna de las víctimas de Epstein.
Lo que ha pedido Trump es que se investigue la “participación y relación” de Epstein con Clinton y los demás, entre ellos el exsecretario del Tesoro Larry Summers y el fundador de LinkedIn y donante demócrata Reid Hoffman.
Trump, calificando el asunto como “la farsa de Epstein, que involucra a demócratas, no a republicanos”, dijo que la investigación también debería incluir al gigante financiero JPMorgan Chase que le brindaba servicios bancarios a Epstein, y a “muchas otras personas e instituciones”.
“Esto es otra estafa como la rusa, con todas las flechas apuntando a los demócratas”, escribió el presidente republicano, refiriéndose a la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre la supuesta injerencia rusa en la victoria electoral de Trump en 2016 frente a la esposa de Bill Clinton, la exsecretaria de Estado Hillary Clinton.
Cuando se le preguntó el viernes si tenía derecho a ordenar tales investigaciones, Trump declaró a los periodistas en el Air Force One: “Soy el máximo responsable de la aplicación de la ley en el país. Tengo la potestad de hacerlo”.
En un polémico informe de julio sobre la investigación de Epstein, el FBI declaró: “No encontramos pruebas que pudieran fundamentar una investigación contra terceros no acusados”.
La exigencia del presidente de que se lleve a cabo una investigación —y la rápida aquiescencia de Bondi— es un nuevo ejemplo de la erosión de la independencia del Departamento de Justicia respecto de la Casa Blanca desde que Trump asumió el cargo.
También se trata de un intento de desviar la atención. Durante décadas, el propio Trump ha sido objeto de escrutinio por su cercanía a Epstein, aunque, al igual que las personas que ahora quiere que se investiguen, no ha sido acusado de conducta sexual inapropiada por las víctimas de Epstein.
El subdirector de gabinete de Clinton, Ángel Ureña, publicó el viernes en X: “Estos correos electrónicos demuestran que Bill Clinton no hizo nada y no sabía nada. El resto es ruido para desviar la atención de las derrotas electorales, el cierre del Gobierno y quién sabe qué más”.
Epstein se declaró culpable en Florida en 2008 de solicitar los servicios de una menor de edad para prostitución, pero se libró de una larga condena de cárcel cuando el fiscal federal de Florida acordó no procesarlo por las acusaciones de que había pagado a muchos otros menores por actos sexuales.
Tras cumplir aproximadamente un año de cárcel y un programa de reinserción laboral, Epstein retomó su vida social y profesional hasta que la fiscalía federal de Nueva York reabrió el caso en 2019. Epstein se suicidó mientras esperaba juicio por cargos de tráfico sexual.
Summers y Hoffman no tenían ninguna relación con ninguno de los casos, pero ambos eran amigos de Epstein e intercambiaron correos electrónicos con él. Estos mensajes figuraban entre los documentos publicados esta semana, junto con otra correspondencia que Epstein mantuvo con amigos y socios en los años previos a su muerte.
Nada en los mensajes sugería delito alguno por su parte, más allá de relacionarse con alguien que había sido acusado de tráfico sexual.
Summers, quien formó parte del gabinete de Clinton y fue presidente de la Universidad de Harvard, declaró que lamentaba profundamente ciertas cosas en su vida y que su relación con Jeffrey Epstein había sido un grave error.
El viernes por la noche, en redes sociales, Hoffman exigió a Trump que publicara todos los archivos de Epstein, afirmando que demostrarían que las solicitudes de investigaciones lanzadas no son más que persecución política y difamación. Añadió: “Nunca fui cliente de Epstein ni tuve ninguna relación con él, salvo la recaudación de fondos para el MIT”.
Hoffman financió la demanda por abuso sexual y difamación que la escritora E. Jean Carroll interpuso contra Trump.
Bondi elogió a Clayton como “uno de los fiscales más capaces del país” y declaró que el Departamento de Justicia “investigará este caso con urgencia e integridad para dar respuestas al pueblo estadounidense”.
Clayton, presidente de la Comisión de Bolsa y Valores durante el primer mandato de Trump, asumió en abril el cargo de fiscal federal para el Distrito Sur de Nueva York, la misma oficina que acusó a Epstein y logró una condena por tráfico sexual contra su confidente, Ghislaine Maxwell, en 2021.

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