Un análisis digital de cráneos de distintas especies de primates revela que el cerebro humano evolucionó dos veces más rápido que el de sus parientes más cercanos. La expansión del neurocráneo y el aplanamiento del rostro avanzaron en sincronía, impulsados —quizá— por el poder de la vida social

Durante millones de años, los simios compartieron un patrón similar: cráneos compactos, rostros alargados, cerebros proporcionales al cuerpo. Hasta que algo —o alguien— rompió el equilibrio. Según un estudio reciente del University College London, liderado por la antropóloga española Aída Gómez-Robles, el Homo sapiens cambió las reglas del juego al duplicar la velocidad evolutiva de su propio cráneo.

El hallazgo, publicado en Nature Ecology & Evolution, cuantifica por primera vez la rapidez con la

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