El dominio de la caza sitúa a las orcas entre los depredadores más eficaces del planeta. Estos cetáceos coordinan emboscadas, maniobras submarinas y ataques grupales con una precisión que refleja un claro aprendizaje social. Su capacidad para planificar y adaptarse les permite capturar presas tan distintas como focas, rayas o incluso ballenas.
Esa destreza revela un rasgo esencial de su comportamiento: la estrategia grupal sustituye la fuerza bruta , y cada comunidad perfecciona técnicas diferentes según la zona en la que vive. La eficacia de esas tácticas ha originado episodios sorprendentes que ahora atraen la atención de la ciencia marina.
Las alteraciones en la cadena alimentaria del golfo preocupan a los investigadores
Los investigadores documentaron por primera vez en México un caso sostenido de orcas que cazan tiburones blancos jóvenes para extraerles el hígado y alimentarse con él . El hallazgo procede de un estudio publicado en Frontiers in Marine Science dirigido por el biólogo marino Erick Higuera Rivas , con observaciones registradas en agosto de 2020 y agosto de 2022 cerca de La Paz.
En ambas fechas, un grupo de cinco orcas rodeó a ejemplares juveniles, los hizo girar boca arriba y provocó un estado conocido como inmovilidad tónica , que paraliza temporalmente al tiburón. Esa maniobra permitió acceder al órgano más rico en energía y dejó el resto del cuerpo a la deriva .

Las consecuencias ecológicas de este comportamiento pueden alterar la dinámica de la región. Cuando las orcas irrumpen en un área de cría, los tiburones tienden a desplazarse, lo que modifica las cadenas tróficas locales . Las zonas donde aparecen estos cetáceos registran cambios en la distribución de pinnípedos y peces, y los científico s temen que una repetición de este patrón pueda afectar a la estabilidad del ecosistema del golfo de California .
Las filmaciones de Higuera muestran a la llamada manada de Moctezuma , reconocible por un macho adulto, aplicando la misma técnica en distintos años. Esa reiteración sugiere aprendizaje cultural dentro del grupo, una característica habitual en orcas que se alimentan de elasmobranquios. Las imágenes revelan la coordinación de los ejemplares: una o dos hembras giran al tiburón mientras las demás esperan su turno para obtener el hígado. El patrón, observado dos años seguidos en el mismo punto, apunta a una rutina consolidada de caza.
El fenómeno se extiende a otros mares, con variantes según el tipo de presa
El fenómeno no se limita a esta región, aunque el registro mexicano amplía el mapa mundial de ataques similares. En Sudáfrica, Australia y California se habían descrito comportamientos parecidos , casi siempre protagonizados por grupos específicos que aprendieron a domar tiburones adultos. La diferencia radica en el tamaño de las presas. En el golfo de California, los ejemplares jóvenes parecen más vulnerables y ofrecen una recompensa calórica elevada con un riesgo menor para los cazadores.
Salvador Jorgensen , de la Universidad Estatal de California, explicó en el mismo trabajo que los juveniles pueden desconocer el peligro que representan las orcas, lo que facilita los ataques. Francesca Pancaldi , del Instituto Politécnico Nacional de México, añadió que la maniobra de volteo “hace que el tiburón quede inmóvil, lo que permite a las orcas manipularlo sin exponerse”. La biología de esa reacción todavía se estudia, pero todo indica que el reflejo forma parte de un mecanismo instintivo .

El especialista Andrew Trites , de la Universidad de la Columbia Británica, comentó a New Scientist que el descubrimiento “muestra una técnica alimentaria singular que probablemente ningún otro grupo de orcas utiliza” . La coincidencia temporal de los registros refuerza la hipótesis de una conducta aprendida y compartida entre individuos del mismo linaje.
El aumento de la temperatura del Pacífico podría favorecer encuentros más frecuentes entre ambas especies, ya que los tiburones jóvenes se desplazan hacia zonas donde las orcas cazan con regularidad. Según Higuera, comprender estos hábitos “servirá para planificar medidas de conservación que reduzcan la presión humana y protejan tanto a las orcas como a los tiburones blancos”. La investigación también ayuda a definir áreas críticas donde el equilibrio entre depredadores determina la salud general del mar de Cortés, un laboratorio natural donde la inteligencia animal y la adaptación ambiental se observan en plena acción.

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