Lo que está ocurriendo en Bogotá relacionado con el mecanismo para escoger el precandidato presidencial del CD y lo que se observa en el Huila para definir la lista a la Cámara, tiene un denominador común. La ambición política caracterizada por el personalismo y la mezquindad.

El uribismo entendido como la admiración que muchos colombianos le profesan al expresidente Uribe, va mucho más allá de una fidelidad política al partido CD. La realidad inocultable es que su liderazgo ha generado, dentro de su colectividad, una lesiva tendencia de zalamería y adulación entre su más cercano círculo, que peligrosamente estimula los celos y veleidades muy comunes en la actividad política, dado que esta constituye una de las más difíciles características humanas donde los egos y las ambiciones se expre

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