El final de la Primera Guerra Mundial alumbró en Occidente nuevas teorías sobre las confrontaciones bélicas. Entre las novedades conceptuales, una de las más significativas, por sus consecuencias, fue la redefinición del espacio de combate. Ahora se extendían las acciones a todo lo que rodeaba a los choques armados, de manera que se integraba la sociedad civil al conflicto, como un actor más.

Desde entonces y hasta el presente, se ha vuelto legítimo el ataque a las ciudades y a blancos difusos, definidos como daño colateral. Lo sufrieron Londres, Varsovia, Dresde, Nápoles y muchas otras grandes urbes durante la Segunda Guerra Mundial, entre 1939 y 1945.

Cinco décadas después, la guerra de Bosnia en los años 1990 fue una de las manifestaciones más crueles de esa ampliación del concepto mi

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