Los ministros andan eufóricos esta semana. Con razón. El abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha avalado en sus aspectos esenciales la amnistía a los independentistas y el juicio contra el Fiscal General del Estado ha concluido sin aparentes avances de quienes lo denunciaron. Los dos éxitos son provisionales, pero animan a Pedro Sánchez y los suyos.

Lo que no anima nada a los ministros es precisamente la decisión firme y explícita, no sólo insinuada, de Sánchez de liderar desde Moncloa la oposición a los gobiernos autonómicos del PP, especialmente a los de Madrid, Andalucía y Comunidad Valenciana, sus bestias negras (y más pobladas, o sea, con más diputados a elegir).

El contexto es el siguiente. El presidente cree que Valencia es, gracias al impresentable Mazón,

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