El tanque explotó, la torreta, de ocho toneladas, saltó por los aires elevándose varios metros, y el blindado se convirtió en una inmensa bola de fuego. « El carro estaba cargado de combustible y munición y, con el impacto, directo, posiblemente procedente de un lanzagranadas antitanque, ardió al instante . Los cuerpos quedaron carbonizados y tardaron tres días en recuperarlos porque estaban mezclados con el hierro incandescente y había que esperar a que la carrocería se enfriara. Las altas temperaturas fundieron la carne de todos los miembros de la tripulación y era imposible distinguir a uno y otro. El capellán reunió lo que quedaba de ellos y les dio una sepultura lo más digna posible».

James Holland publica «Hermanos de armas» (Ático de los libros) , un volumen donde da cuenta de

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