Estoy aquí, enme­dio del esce­na­rio, obli­gado a actuar en una obra que no conozco y com­pro­me­tido en un rol que no logro enten­der. La trama está avan­zada pero mi momento llega tras un clí­max que sólo puedo supo­ner -ausente como he estado del desa­rro­llo de la obra-, y que per­cibo en la está­tica de la atmós­fera, el sudor impreg­nado entre la alfom­bra y los lien­zos ensan­gren­ta­dos de un parto mal pre­sen­tado. A saber qué mala­ba­res hicie­ron los acto­res para sol­ven­tar el pro­blema ante una escena que pro­po­nía un momento feliz de alum­bra­miento y ter­minó en la con­fu­sión estre­sante de una vida que llegó tarde y des­ga­rró las entra­ñas de la actriz que no supo des­ci­frar el papel de madre y el signo para­dó­jico de un naci­miento seco bajo el signo del pez.

La tra

See Full Page