Comenzar de cero nunca antes había sido tan frecuente . Tras dos, tres o incluso cinco años alojados en Canarias , muchos de los menores migrantes no acompañados que llegaron a las Islas en patera o cayucos se enfrentan a un nuevo comienzo. Su estancia en el Archipiélago les ha permitido forjar vínculos con compañeros de clase, profesores y vecinos. Dejaron de ser un simple número en la recurrente estadística de los 6.000 menores migrantes no acompañados que tuteló Canarias y se convirtieron en los niños de Arucas o de Firgas : los mismos que ahora preparan su maleta para volver a empezar en otro lugar.
Su partida no pasó desapercibida en los municipios canarios que durante años se convirtieron en su hogar . En Arucas, tras la derivación de cuatro menores al centro e

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