Por TRISHA THOMAS

ROMA (AP) — Millones de turistas visitan el Coliseo y la Capilla Sixtina cada año, pero solo una pequeña fracción logra entrar en los salones dorados del sitio más exclusivo de Roma: el Palacio Colonna.

La casa-museo privada se esconde a plena vista, extendiéndose en cuatro alas a lo largo de toda una manzana en el centro de la ciudad. Sus propietarios se aferran a sus costumbres claustrales, manteniendo las pinturas, esculturas, bustos, tapices y el Gran Salón de 76 metros (249 pies) del palacio barroco lejos de la mayoría de las miradas curiosas. Las puertas se abren a pequeños grupos de 10 personas a la vez, guiados por historiadores del arte durante unas pocas horas los viernes y sábados por la mañana.

“No podemos tener turismo masivo. No es el deseo”, dijo Elisabe

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