Peio Etxeberria levanta los brazos y corre para abrazar a su ama en las gradas. Felicidad desbordada. Electricidad. Una zurda de 1.000 voltios, un escalpelo. Descarga directa al corazón de Javier Zabala. Lo suficiente para bajar este domingo el telón de la final del Cuatro y Medio en apenas 51 minutos. La tormenta. Un relámpago de pura emoción en las butacas de cancha. Locura en una revolución que nace en su mano izquierda, que viajó en el frontón Bizkaia de Bilbao con la colaboración de la pared izquierda, donde remachó a su contrincante. El navarro conquistó su primera txapela individual en una contienda física y en la que sufrió apenas en los primeros compases, en los que cedió el protagonismo al riojano, quien tomó el centro de la cancha y fue capaz de mandar.

Los dos pelotaris d

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