Colombia ha construido buena parte de su red de infraestructura moderna gracias a un instrumento clave de política pública: las vigencias futuras. Este mecanismo, consagrado en la Ley 819 de 2003, permite comprometer recursos del presupuesto nacional o territorial más allá del año fiscal en curso, otorgando previsibilidad a los proyectos de largo plazo y garantizando que las obras de infraestructura trasciendan los ciclos políticos y presupuestales.

En un país con restricciones fiscales y grandes brechas en conectividad, las vigencias han sido, sin duda, una de las innovaciones institucionales más importantes para apalancar el desarrollo vial de las últimas dos décadas.

Su relevancia se explica por tres razones fundamentales. En primer lugar, porque permiten planificar inversiones pluria

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