Parecen unos anteojos o gafas de sol comunes, elegantes, discretas y fashionistas. Pero con un gesto sutil pueden grabar video, capturar imágenes o transmitir en vivo lo que está viendo quien las porta. Estos anteojos y gafas llegaron al mercado como símbolo de un futuro hiperconectado. Sin embargo, también trajeron consigo una pregunta incómoda: ¿hasta dónde puede avanzar la tecnología antes de cruzar la línea de lo moralmente aceptable?
En Argentina, donde la protección de la intimidad tiene rango constitucional, estos dispositivos ya no son una curiosidad de Silicon Valley: son un desafío legal y ético que nos obliga a repensar los límites entre innovación y modestia.
La escena que nadie imaginó: un quirófano bajo vigilancia
Imagine esta situación: un paciente yace en una camilla qui

Río Negro News

Diario Uno
Clarín Política
Infonews
AlterNet
The Daily Beast
The Texas Tribune Crime
Raw Story