No les gusta la palabra tendencia. Hay en José Luis Bartolomé y Albert Escribano una reticencia, muy elocuente, a la rigidez en sus colecciones. Se les podría definir como unos nostálgicos empedernidos. Como algo más que neorrománticos con debilidad por las cangrejeras, la piel de vacuno gallego y las arquitecturas disonantes. Son a la moda una semántica libre; al andar: calzado inesperado tras los pasos de algo conocido. Solo dos buenos amigos, claro, pueden gestar el genoma de la marca Hereu.

Su estudio, ubicado en Barcelona desde 2015, almacena un diálogo constante entre dos visiones, cóncava (Escribano) y convexa (Bartolomé), “Él siempre tira a menos y yo a más”. La unión de visiones de corte mediterráneo coincide con el pulso de este otoño: volver a patrones clásicos con pequeños det

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