Durante años, en Zaragoza existió un monorraíl elevado que atravesaba un centro comercial. Ocurrió aquí, en Plaza Imperial, un complejo que llegó a ser el más grande de Aragón y que intentó diferenciarse con una infraestructura nunca vista en ningún centro comercial del país.

Hoy, aquel tren futurista permanece inmóvil, silencioso, convertido en un recuerdo suspendido sobre un espacio que renace bajo un nuevo nombre.

Un monorraíl rescatado de la Expo 92

El monorraíl de Plaza Imperial no era una atracción improvisada, sino un auténtico tren eléctrico de cuatro vagones, rescatado —según la documentación original del proyecto— de la Expo 92 de Sevilla. Su función era conectar las dos grandes áreas del complejo: la zona de medianas superficies y el edificio principal de ocio y comerc

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