Las largas filas, los cuellos de botella y la imposibilidad de avanzar hacia los controles expusieron nuevamente esta mañana un problema que ya dejó de ser circunstancial. El aeropuerto Martín Miguel de Güemes quedó chico, y mientras las obras avanzan a ritmo lento, miles de pasajeros enfrentan un verdadero viacrucis cada vez que deben embarcar.

See Full Page