A un día de la primera vuelta presidencial, Marco Enríquez-Ominami entregó una de sus evaluaciones más severas, interpretando los resultados como un quiebre histórico. Calificó la jornada como “lo peor de la historia de Chile para los valores progresistas y humanistas” , reiterando que no se trató de una simple derrota electoral, sino de un síntoma profundo. “No es un resultado, es un veredicto” , afirmó, sosteniendo que su sector “no comunicó con las grandes mayorías” .

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El exabanderado vinculó directamente al Gobierno con el desplome del progresismo. “El sector quedó desnudo, ha sido duramente castigado, también producto de un Gobierno extremadamente incompetente”

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