El mar Mediterráneo Central está cubierto de embarcaciones inflables, con migrantes subsaharianos que huyen del genocidio en Sudán, de los islamistas de Mali, de la persecución religiosa en Eritrea y de los horrores de África. Su suerte está en manos de la Guardia Costera libia, que los trafica, los tortura, exige rescate a sus familias, los vende y luego les dispara sobre los frágiles gomones cuando van hacia el mar, según los informes de los organismos de derechos humanos de las Naciones Unidas.
La Unión Europea está financiando esta operación para impedir que migrantes, con legítimo derecho a ser refugiados , lleguen a Europa. Financian a las Fuerzas de Apoyo Rápido de Sudán, que también actúan en Libia y cometen el genocidio en Darfur. Quieren evitar que aspirantes al asilo sudane

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