Al taller de Rubén Darío Agudelo, en el m unicipio de Jericó , llegaron dos empresarios chinos que deseaban observar de cerca cómo tomaba forma un carriel antioqueño, ese bolso singular que pasó de ser solución práctica para que el campesino y arriero llevaran de todo consigo a convertirse en pieza preciosa, patrimonio cultural.

Entrados en gastos le preguntaron a Rubén Darío si era posible que elaborara para ellos unos guarnieles personalizados, querían grabados y tallados sobre el cuero; tal vez dragones y otros animales rodeados de flores, tal vez palacios y templos con sus techos curvos y fluidos. Algunos símbolos de la cultura más antigua del mundo plasmados sobre un legado montañero. Claro que sí, les dijo Rubén Darío. Cuántos días se van a quedar, les preguntó. Los empresarios se

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