La imagen del final dice más que mil palabras. Jugadores y cuerpo técnico apilados, abrazados en un festejo interminable que empezó dentro de la cancha y terminó largo rato después en el vestuario visitante de la cancha de Platense.
El 3-0 lapidario sobre el Calamar habla de una recuperación anímica increíble y una gran evolución futbolística. La alegria del final, de un desahogo tremendo: después de jugar semanas con la soga al cuello, con retrasos en los pagos y entrenadores que no le llegaron al grupo, el Lobo clasificó para la definición del Clausura y se jugará su chance en Santa Fe ante Unión.
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