El malestar social por el asesinato de Carlos Manzo estalla en unas movilizaciones con ecos en la ultraderecha regional pero sin una ideología clara

Elena San José

El asesinato del popular alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, ha generado una ola expansiva que el Ejecutivo de Claudia Sheinbaum no previó. En un país donde la violencia se ha apoderado de parte del territorio, el brutal homicidio del regidor michoacano ha disparado un malestar social que parecía controlable para un Ejecutivo que presentaba una estrategia de seguridad exitosa. La incapacidad para evitar el crimen ha resquebrajado el discurso triunfalista del gabinete presidencial y ha servido de caldo de cultivo para unas movilizaciones que en la capital mexicana con agendas muy distintas y una única consigna clara: el rechazo

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