Nandurbar. En las aldeas afectadas por la sequía de los distritos de Nashik y Nandurbar, en Maharashtra, India los pozos se están agotando y las lluvias son cada vez más irregulares, lo que obliga a las familias a adaptarse a condiciones de vida más duras.

Cada mañana, Ramati Mangla, de 17 años, sale descalza con una olla en la mano y camina varios kilómetros hasta un manantial remoto en el estado indio de Maharashtra para conseguir agua. Cuando regresa, la jornada en su escuela ya comenzó. "Conservé mis libros", contó "Pero, ¿y si nunca tengo la oportunidad de volver?".

A medida que los hombres emigran a las ciudades cercanas en busca de trabajo, las niñas como Mangla se quedan con la responsabilidad de recoger el agua.

Las autoridades locales estiman que casi dos millones de personas

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