En la historia contemporánea de México, varias movilizaciones han trascendido lo simbólico y han provocado reformas estructurales de peso. En primer lugar, el Movimiento estudiantil de 1968, con su emblemática “Marcha del silencio” registrada el 13 de septiembre, marcó el comienzo de un movimiento en que los jóvenes encontraron fuerza en su voz y en la unidad, lo que les permitió reunir a miles que compartían los mismos ideales. Este movimiento fue organizado por el Consejo General de Huelga, y logró reunir a miles de jóvenes estudiantes que marcharon en silencio desde el museo de Antropología hacia el Zócalo. El Estado decidió reprimir este movimiento, culminando con la brutal masacre de la plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. El efecto logrado no fue inmediato, pero aún así generó

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