Un cráneo extraordinariamente estrecho y alargado acompañaba un cuerpo robusto, de soldado curtido en mil batallas. Los arqueólogos que trabajaban en el Corral de los Condes, en el castillo de Zurita de los Canes (Guadalajara) no daban crédito que un individuo con una deformidad tan severa hubiera llegado a adulto. Y menos aún que se hubiera convertido en todo un caballero de la orden de Calatrava. Las sorpresas, sin embargo, no habían hecho más que empezar.
Un equipo liderado por investigadores de la Universitat Rovira i Virgili ha estudiado los restos y han determinado que el hombre vivió entre los siglos XII y XV y que sufría de craneosinostosis, una condición en la que se nace con una o más uniones entre los huesos del cráneo del bebé cerradas prematuramente, alterando su forma.
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