La irrupción de Pamela Jiles en la discusión de la segunda vuelta presidencial instaló un escenario que parecía improbable hace unas semanas. Su planteamiento de que el Partido de la Gente podría llamar a votar nulo o blanco no es una provocación mediática aislada. Es la lectura de una coyuntura donde el malestar , la desafección y la obligación de asistir a las urnas se entrecruzan hasta crear una combinación explosiva para el sistema político.

Los números ya venían anunciando algo. En la elección parlamentaria, el 20,02% de los votos fueron nulos o blancos , una cifra inédita desde la reinstalación del voto obligatorio . Muchas personas acudieron a votar solo porque la ley las obliga y lo hicieron sin convicción, sin vínculo emocional con los candidatos ni con las coalic

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