A seis meses de asumir el papado, León XIV ha retomado la tradición de los pontífices de refugiarse en Castel Gandolfo, la histórica residencia estival ubicada en las afueras de Roma, para descansar de la rutina del Vaticano. El papa acude una vez por semana a la Villa Barberini, donde disfruta de lectura, tenis y natación en la piscina construida en tiempos de Juan Pablo II.
La Villa Barberini, rodeada de altos muros y con seguridad permanente, se ha convertido en el espacio elegido por León XIV debido a que el Palacio Pontificio principal permanece abierto al público como museo. Allí, el pontífice puede relajarse sin interrupciones y cumplir con algunas de sus actividades cotidianas, como responder correspondencia y llamadas telefónicas.
Los lunes por la tarde llega al lugar y regresa

El Heraldo San Luis Potosí

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