A menos de tres horas de Bogotá, el camino hacia Villavicencio se abre paso entre montañas y túneles que han acortado distancias y han acercado planes. Para muchas familias, ese recorrido breve se ha vuelto la excusa perfecta para dejar atrás el ritmo acelerado de la capital y buscar un lugar donde los niños corran sin miedo, los adultos respiren distinto y la naturaleza se sienta a un paso. Tres kilómetros antes de llegar a la capital del Meta, en la vía que conduce al municipio de Restrepo, aparece un espacio que parece hecho para eso: el bioparque Los Ocarros.

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El lugar tiene una historia simple y contundente. Nació con el propósito de conservar la fauna nativa de los Llan

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