Ciudad de México. — Más de un siglo ha pasado desde que México se incendió en uno de los movimientos sociales y armados más profundos y complejos del continente. La Revolución Mexicana, iniciada el 20 de noviembre de 1910, no fue un solo levantamiento ni una sola causa: fue la suma de agravios acumulados durante décadas, el eco de millones de campesinos sin tierra, obreros explotados y ciudadanos sin derechos políticos. Hoy, historiadores coinciden: la Revolución no solo tumbó a un dictador, Porfirio Díaz, sino que reconfiguró la nación desde sus cimientos. Un país moderno… pero desigual A comienzos del siglo XX, México mostraba dos rostros. Por un lado, el Porfiriato presumía ferrocarriles, inversión extranjera y crecimiento económico; por el otro, la tierra estaba concentrada en po

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