Enfrentar a un ex club es una experiencia que moviliza a cualquier futbolista , incluso a aquellos que atraviesan su carrera con una lógica estrictamente profesional. La semana previa al partido cambia, la energía es distinta y aparecen emociones que, aunque intenten filtrarse, afloran inevitablemente. Si hubo buena relación, la semana se vive con tranquilidad; si hubo roces, la previa se carga de algo más.
Ese “algo más” quedó en evidencia en recientes cruces que involucraron conflictos entre futbolistas y sus antiguos compañeros o dirigentes. Situaciones como la de Maximiliano Salas o el Huevo Acuña muestran que la forma en la que un jugador se va de un club influye profundamente en cómo vive el regreso. No es lo mismo marcharse porque el club te invita a hacerlo que irse por una opo

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