Era las nueve cuarenta de la noche del domingo diecisiete de noviembre de dos mil veinticinco.

Mi esposa e hijas y yo veníamos platicando sobre la celebración dominical de la iglesia cuando una persona poco conocida se detuvo, nos saludó y dijo:

—Pastor Saúl, buenas noches. Vine a verle para pedirle si puede orar por mi único hermano. Le quedan pocos días de vida…

Entonces acordamos que lo visitaría el lunes a las siete de la noche.

Esta experiencia me hizo reflexionar sobre un pasaje de la Biblia ubicado en el libro de 2 Reyes 20:1, que dice:

“En aquellos días, Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino a él el profeta Isaías, hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: ‘Ordena tu casa, porque morirás y no vivirás’.”

La escena es tan humana que duele.

El rey Ezequías, enfermo de muerte,

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