La Tierra acaba de atravesar una de las tormentas solares más intensas del siglo. El episodio dejó auroras visibles en latitudes inesperadas y alteraciones en las comunicaciones de radio, pero también reactivó una inquietud que crece entre meteorólogos europeos: el estado del vórtice polar, una estructura clave que regula la estabilidad del invierno en el hemisferio norte. La posibilidad de que este reciente evento espacial contribuya a debilitarlo antes de Navidad tomó fuerza en los últimos días.

El interrogante no surge de la especulación. Llega en un momento en que el vórtice ya muestra señales de fragilidad tras un otoño atípico, con temperaturas estratosféricas por encima de lo habitual. Ese desequilibrio crea un espacio donde cualquier perturbación adicional podría tener repercusion

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