La cocina puede ser un espacio de rebeldía en un mundo de algoritmos que limitan los hallazgos fortuitos. ¿Y si en lugar de comer lo que ya sabemos que nos gusta hiciéramos lo contrario?
Existe una brecha evidente entre el comportamiento racional que se presume que el sentido común airea y lo que la gente realmente hace. Vivimos convencidos de nuestra racionalidad, pero nuestras decisiones cotidianas desmientecn esa fe en la lógica. En el libro Las trampas del deseo , el catedrático de Psicología y Economía Conductual Dan Ariely lo demuestra: los humanos somos predeciblemente irracionales, porque repetimos nuestros errores de forma sistemática, lo que vuelve nuestros fallos completamente previsibles. De ahí que, en un menú con tres opciones de precio, el más caro actúe como señuelo pa

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