En el Grand Hotel de Estocolmo, donde solía alojarse la primera dama Verónica Alcocer antes de instalarse en el centro de la ciudad, se dio por lo menos una reunión social entre diplomáticos colombianos y ejecutivos de la firma Saab, compañía que le vendió al país una moderna flotilla de aviones de guerra que les costará a los contribuyentes más de $16 billones.

Coincidencias de ese tipo han desatado suspicacias que ahora opositores al gobierno Petro buscan convertir en evidencias para sustentar sus denuncias de corrupción en la operación de gasto militar más grande en la historia del país.

Su estrategia ha consistido en unir dos puntas de escándalos recientes. De un lado, la lujosa vida que, según la prensa sueca, lleva en Suecia la señora Alcocer y, de otro, los presuntos sobrecostos

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