Es serio y sonriente a la vez, complicada mezcla que él consigue sin esfuerzo. Activo y trabajador, le ha puesto los cuernos al fútbol porque « ... ahora sólo juegan hacia atrás, cuando yo soy de la época de los cinco delanteros. Me aburren ahora». Aprendió a esquiar con unas tablas de barrica en forma de esquís que le construyó su padre para bajar por la ladera del Naranco por detrás del colegio Loyola. Niño serio y aplicado, pero inquieto, muy inquieto. Una inquietud que aún le dura hoy, a los 75 años, pues ya retirado, no deja de hacer cosas por nada del mundo. Caminante empedernido, montañero, esquiador hasta que «el año pasado me dijo el médico que lo dejara, que a mi edad era ya peligroso» y, sobre todo, con cara de alguien en quien se puede confiar, con media sonrisa franca y mir

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