Entre las muchas caras de una capital convulsionada aparece otra Bogotá, una que despierta con el rugido de los motores que, desde hace varios meses , se han tomado algunas de las principales vías para convertir a la ciudad en una pista de carreras que no perdona, que desordena, en la que se esconden delitos y que le ha quitado la tranquilidad y, hasta la vida, a los bogotanos.

Durante meses, las autoridades han elaborado un diagnóstico que revela la magnitud del fenómeno de los piques ilegales , que ya dejó de ser una simple molestia nocturna. Es una estructura organizada, con líderes, rutas, horarios, segundas líneas, promotores, clubes, apuestas ilegales y un circuito económico que no encaja con la informalidad que aparenta.

La investigación comenzó por donde casi siempre empiezan

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