En Suecia, reunirse para disfrutar de una taza de café acompañado de un bollo de canela no es solo una tradición social, sino toda una filosofía de vida . El término fika describe esa pausa diaria en la que el café se convierte en excusa para compartir momentos, desconectar y recargar energías, tanto en el trabajo como en el hogar.
El origen de la palabra es curioso: proviene de invertir las sílabas de kaffi, la antigua forma de escribir “café”, una práctica que data del siglo XIX. Con el tiempo, fika se consolidó como verbo y sustantivo: se puede “ir a tomar un fika” o “hacer fika”, refiriéndose siempre a ese rato de descanso acompañado de café y repostería tradicional.
El ritual no está ligado a un horario fijo, aunque es habitual disfrutarlo a media mañana o después de comer. Su objetivo va más allá del café: fomenta la socialización, el bienestar y el equilibrio entre la vida laboral y personal, un concepto muy sueco conocido como lagom, que significa “ni demasiado, ni demasiado poco, justo lo necesario”.
Pausas que mejoran el día a día
El fika también tiene un papel en otros ámbitos tan importantes de la vida cotidiana como el trabajo. Estudios recientes, como el de MDPI sobre “Café en el lugar de trabajo: ¿Un descanso social o un potenciador del rendimiento?”, muestran que estas pausas sociales ayudan a mejorar el rendimiento y la colaboración entre compañeros, reducen el estrés y aumentan la satisfacción laboral.
En cuanto a la gastronomía, aunque el café es el protagonista , el acompañamiento dulce, conocido como fikabröd , ha ganado importancia. Entre los favoritos están los kanelbullar (rollos de canela), bollos de cardamomo, el pastel de princesa ( prinsesstårta ), las bolas de chocolate ( chokladboll ) y el kladdkaka , un bizcocho de chocolate pegajoso que acompaña la conversación y el disfrute del momento.
Más allá del café y los dulces, el fika es también un espacio para la comunidad. La tradición puede practicarse en cafeterías, parques o casas, y exige atención plena: apagar el móvil y centrarse en la compañía y la charla es clave para vivir la experiencia plenamente. Incluso los suecos recomiendan llevar algún dulce si eres invitado a un fika en casa.
Hoy, fika es un reflejo de la identidad sueca: combina pausas conscientes, gastronomía y sociabilidad. Esta tradición ha trascendido las fronteras de Suecia y se ha convertido en un ejemplo de cómo pequeños hábitos diarios pueden mejorar la calidad de vida y fortalecer los lazos sociales.
Para quienes viajan a Escandinavia, participar en un fika es más que tomar café: es sumergirse en una costumbre que enseña a disfrutar del presente, valorar los pequeños momentos y encontrar equilibrio en la rutina diaria. En países como España, donde también vivimos el café como punto de encuentro, adoptar el espíritu del fika podría ayudarnos a frenar el ritmo , convertir esas pausas rápidas en espacios reales de conexión y dar más valor a un gesto tan cotidiano.

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