Tomás Martínez, de 17 años, viajó a Brasil junto a su padre Esteban Martínez y su hermano, Mateo Martínez de 15 años, de vacaciones y aprovechar que la máxima categoría del automovilismo del mundo, la Fórmula 1, aterrizaba en el mítico circuito de Interlagos, en San Pablo.
La marea argentina en Interlagos fue exponencial, a tal punto, que Colapinto tuvo que salir a la “zona de fanáticos” para saludar a toda la parcialidad celeste y blanca.
Bajo una lluvia de cánticos, la gente empezó a entonar: “Franco, Franco, Franco”. Frente a eso, el piloto argentino de Alpine se acercó a saludar a sus seguidores y es ahí donde Tomás, el joven madrynense, a caballito de su padre, con el casco alzado para ver si Colapinto se lo firmaba. Cuando la multitud vio que Tomi se intentaba acercar a la primera

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