R. A. Rojas de 37 años, no contaba con la astucia del vigilante de la entidad bancaria.

Este viernes 12 en plena labor, luego de haber desmantelado uno de los aires del Banco Caroní, se le vino el mundo abajo, al ver cerquita, casi encima, respirándole en la nuca, a los municipales.

Eran las 6:45 am de una mañana clara e iluminada, con el cielo despejado. Rojas ya terminaba la faena frotándose las manos y calculando el pago que recibiría -en divisas- por el compresor, que aparentaba estar en buen estado.

Para su desgracia, fue avistado por el gendarme de la entidad, quien dio parte al escuadrón de escaladores del cuerpo de seguridad, encargados de subir paredes sin protección, únicamente con el uso de pies y manos.

En un primer intento pudo evadir la persecución escurriéndose a través

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