Su incorporación al equipo infantil Boston de Sarría fue vista con buenos ojos por la madre, mientras el padre opinaba que eso de estar jugando béisbol era propio de vagos. Tal actividad, sin embargo, marcaría su futuro, aunque por intrincados caminos.

Ya adulto, Musiú Lacavalerie se colgó varias medallas, no como deportista, sino como el locutor que mostró diferentes facetas, al combinar la animación de programas de variedades, con la narración de encuentros de pelota que lo llevaron a ser la voz oficial de los Tiburones de La Guaira.

Igual repartía premios entre la audiencia y formaba parejas entre desconocidos que se explayaba relatando lo que sucedía en nueve innings o en peleas de boxeo. Todo en un recorrido profesional que abarcó cinco décadas hasta que decidió colgar los guantes y

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