Angel Di María, hasta hace unos meses aclamado ídolo de nuestro fútbol, solo superado, claro, por Leo Messi, acaso jamás imaginó que el primer éxito de su celebrado retorno al fútbol argentino terminaría provocando una protesta inédita en nuestras canchas: el rival, Estudiantes de La Plata, dándole la espalda. A la decisión ridícula de otorgar un título que nadie sabía que estaba en disputa, la AFA, especialmente su poderoso tesorero Pablo Toviggino, sumó la tontera de exigirle públicamente a Estudiantes que recibiera al nuevo “campeón” cumpliendo el gesto protocolar del “pasillo”.

Por las redes (y no en la reunión correspondiente, donde su representante asintió todo), Estudiantes fue el único club que cuestionó el título que la AFA asignó a Central. El equipo de Ariel Holan fue el mejo

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