La tentación del Black Friday promete descuentos irresistibles , pero el verdadero coste de esta jornada de compras masivas se mide en toneladas de residuos, emisiones de CO₂ y ecosistemas destruidos en lugares remotos del planeta.
Cada año, millones de consumidores sucumben a la tentación de adquirir artículos que realmente no necesitan , alimentando un ciclo de hiperconsumismo que está devastando el medioambiente a escala global.
Los dos sectores más buscados
El impacto ambiental del Black Friday se extiende mucho más allá de una simple jornada comercial, tiene derivadas mucho más profundas de las que pensamos: antes de la producción de un bien, durante su fabricación, la llegada a la tienda y su posterior condición de desecho.
La producción masiva de artículos destinados a venderse con grandes descuentos , los envíos express que multiplican las emisiones contaminantes, y la generación de residuos textiles y electrónicos convierten esta fecha en una de las más perjudiciales para el planeta.
En España, se estima que el consumo medio por persona durante el Black Friday alcanzará los 220 euros , concentrados principalmente en moda y electrónica, dos sectores especialmente problemáticos desde el punto de vista medioambiental.
El vertedero textil de Kantamanto
Un buen ejemnplo de la disfunción consumista del Black Friday y del hiperconsumismo, está en los vertederos (o sumideros) de los textiles que el primer mundo ya no quiere.
Cada semana, 15 millones de prendas de ropa usada inundan el mercado de Kantamanto en Accra, Ghana, uno de los mayores centros de compra y venta de ropa de segunda mano del mundo.

Así lo visibiliza la marca de moda española Ecoalf , mostrando cómo este mercado se ha convertido en el destino final de gran parte de la ropa barata producida para eventos como el Black Friday, que después de usarse unas pocas veces acaba exportándose como donación o residuo hacia países del sur global .
Consumo desmedido
El 40% de estas prendas son de tan mala calidad que no pueden venderse ni reciclarse. Los textiles descartados se abandonan en las calles, son arrastrados por los canales durante las lluvias y terminan en lagunas costeras y playas , formando enormes «tentáculos textiles» que ahogan la vida marina .
Lo que hace tiempo fue un paisaje lleno de vida natural es hoy un ecosistema enterrado bajo masas enmarañadas de residuos sintéticos que tardarán cientos de años en descomponerse .
Tal y como visibiliza Ecoalf en un documento titulado Decimos no al Black Friday que nos hace pensar en la fast fashion y en el consumo desmedido en un viaje documental a la capital africana.
Un desierto de ropa
Pero el ejemplo de Accra no es el único. También el desierto de Atacama , en Chile, se ha convertido en un basurero gigante de residuos textiles , principalmente de ropa usada importada de Europa, Estados Unidos y Asia.
Este problema genera una grave contaminación ambiental , ya que la ropa desechada libera químicos y tardan siglos en degradarse, afectando el suelo y los ecosistemas únicos del desierto. La situación se debe en parte a la industria de la moda rápida y a la falta de regulación.
Se pesca más ropa que peces
Volviendo a Ghana y a otros países africanos, en 2022 se importaron 900.000 toneladas de ropa usada bajo el pretexto de reciclaje o donación. La realidad es que gran parte no es funcional y colapsa sistemas de gestión de residuos ya precarios .
Las playas de Accra están cubiertas de textiles, los pescadores recogen más ropa que peces en sus redes , y comunidades enteras viven rodeadas de basura textil. Cada compra innecesaria en el Black Friday alimenta este vertedero global que destruye ecosistemas africanos.
Veinte toneladas semanales de residuos textiles
Para intentar poner remedio a este grave problema, Ecoalf señala la alternativa impulsada por la Fundación Or que moviliza a más de 50 trabajadores locales llamados Tide Turners.
Este pequeño grupo retira 20 toneladas de residuos textiles semanales de las costas de Accra. Equipados con machetes y guantes, luchan contra una avalancha interminable de basura procedente del norte global.
Su trabajo heroico apenas araña la superficie del problema. Por cada tonelada retirada, miles más llegan cada semana . La única solución real es detener el sobreconsumo en origen, no exportar el problema a países africanos.
Emisiones masivas de gases de efecto invernadero
La industria de la moda es responsable del 10% de las emisiones globales de CO₂, superando incluso las emisiones del transporte aéreo y marítimo juntos. Durante el Black Friday, este impacto se multiplica exponencialmente debido al aumento de la producción anticipada , el transporte urgente de mercancías y las entregas express a domicilio. En España, las labores de reparto a domicilio durante estas fechas generan más de 107 millones de kilos adicionales de CO₂ .
Producir una simple camiseta de algodón requiere cerca de 2.700 litros de agua , equivalente a lo que una persona bebe en dos años y medio. Los procesos de teñido y acabado liberan grandes cantidades de productos químicos tóxicos en ríos y mares, contaminando ecosistemas acuáticos y afectando a comunidades enteras que dependen de estos recursos hídricos para su supervivencia.
El ciclo destructivo de la moda rápida
La producción mundial de ropa se ha duplicado desde el año 2000, pasando de 50.000 millones de prendas a más de 100.000 millones anuales. Paradójicamente, las veces que usamos cada prenda han decrecido un 36% en el mismo período . Sucumbir a la tentación de comprar ropa que se usa de media entre 7 y 10 veces antes de desecharla representa 460.000 millones de dólares perdidos anualmente.
España genera 326.000 toneladas de residuo textil al año, de las cuales sólo se recicla una pequeña fracción. En Europa, 2 millones de toneladas de ropa usada terminan incineradas , en vertederos o exportadas a países africanos como Ghana, donde colapsan los sistemas de gestión de residuos.
La huella hídrica del consumismo textil
La industria textil consume aproximadamente 93 billones de litros de agua anuales, cantidad suficiente para abastecer a cinco millones de personas . Producir un simple pantalón vaquero requiere aproximadamente 7.000 litros de agua, desde el cultivo del algodón hasta el teñido final. Resistir la tentación de comprar prendas innecesarias ayuda a preservar este recurso vital cada vez más escaso.
Los productos químicos utilizados contaminan masivamente las fuentes de agua dulce. Se estima que la moda produce el 20% del agua residual mundial. Ríos enteros en Bangladesh, India y Vietnam han cambiado de color debido a los tintes de las fábricas textiles que satisfacen la demanda occidental.
El último informe de Greenpeace sobre el Black Friday , señala a multinacionales de la moda ropa como Shein de exportar ropa con químicos prohibidos en la Unión Europea: un tercio de sus prendas llegadas al espacio comunitario supera los umbrales de tóxicos permitidos.
Montañas de residuos electrónicos
Los residuos electrónicos aumentan un 20% cada año, y en España más del 75% no se reciclan correctamente . La tentación de comprar nuevos dispositivos durante el Black Friday incrementa el volumen de basura tecnológica prematura. Se esperan 50 millones de toneladas de residuos electrónicos este año a nivel mundial.
Los aparatos contienen metales pesados y sustancias tóxicas que contaminan agua, suelo y aire. La obsolescencia programada y las tendencias de consumo aceleradas convierten dispositivos funcionales en residuos prematuros, representando uno de los mayores desafíos ambientales del siglo XXI.
Microplásticos en los océanos
El lavado de textiles sintéticos deriva en aproximadamente 500.000 toneladas de microplásticos anuales que terminan en los océanos. Estas fibras microscópicas de poliéster, nylon y acrílico se desprenden durante el lavado, atraviesan los sistemas de filtración y llegan al mar donde son ingeridas por la vida marina.
Los textiles sintéticos descargan entre 0,2 y 0,5 millones de toneladas de microplásticos en los océanos cada año . Estos materiales tardan cientos de años en descomponerse y ya se han detectado en peces, mariscos y sal marina destinados al consumo humano.
Explotación laboral en países en desarrollo
La moda rápida depende de mano de obra en Bangladesh, India y Vietnam, donde los salarios son muy bajos y las condiciones laborales peligrosas. Aproximadamente 75 millones de personas trabajan fabricando las prendas que usamos , y el 80% son mujeres de entre 18 y 24 años.
Los trabajadores textiles en Bangladesh reciben aproximadamente 96 dólares al mes, cuando necesitarían tres veces y media más para una vida digna . Las jornadas interminables y la falta de protección social sacrifican el bienestar humano en favor de precios bajos para el mercado occidental.
El engaño del reciclaje textil
Menos del 1% de la materia prima utilizada para producir ropa se recicla para fabricar nuevas prendas. En España, apenas se recicla el 0,5% de los textiles desechados anualmente . Estos bajos porcentajes demuestran que el reciclaje textil todavía no es una alternativa real al problema de los residuos.
Muchas prendas donadas terminan exportándose a países africanos bajo el pretexto de reutilización, pero u na parte significativa no es funcional y se convierte en residuo desde su llegada . En 2022, Ghana y otros países africanos importaron casi 900.000 toneladas de ropa usada, colapsando sus sistemas de gestión.
Los trabajadores de la marea textil
La Fundación Or, a la que se ha unido Ecoalf, moviliza a más de 50 trabajadores locales llamados Tide Turners que retiran más de 20 toneladas de residuos textiles y plásticos de las costas de Accra cada semana .
Equipados con machetes y guantes, cortan y empaquetan la basura textil para evitar que vuelva al mar . Su trabajo es heroico pero insuficiente frente a la avalancha constante que genera ceder a la tentación del consumismo impulsado por rebajas como las del Black Friday.
La solución no puede limitarse a limpiar los daños, sino que debe atacar la raíz del problema: e l sobreconsumo impulsado por eventos comerciales como el Black Friday y el modelo insostenible de la moda rápida que destruye ecosistemas en países remotos del planeta.
EL DECÁLOGO CONSCIENTE PARA RESISTIR AL BLACK FRIDAY
La resistencia al Black Friday pretende ser un reto y un cambio cultural hacia un consumo consciente como contrapartida a la creciente presión sobre empresas para adoptar prácticas verdaderamente sostenibles.
1. El Black Friday no siempre es un chollo
Y cómo no, ojo a los engaños que simplemente te afectan al bolsillo confiando en la buena fe de los consumidores. Según la OCU, casi la mitad de los productos publicitados durante el Black Friday subieron de precio en 2024: se habla que más de 1 de cada tres productos tienen esta trampa.
Desde la organización de cosnumidores se recomienda hacer un trabajo previo de campo como registrar precios con antelación, comparar ofertas y desconfiar de los descuentos excesivos.
2. La moda genera el 10% de las emisiones globales de CO₂
La industria textil es responsable del 10% de las emisiones mundiales de carbono, superando al transporte aéreo y marítimo juntos . Durante el Black Friday, este impacto se multiplica por la producción masiva anticipada y los envíos express.
En España, los repartos a domicilio de estas fechas generan más de 107 millones de kilos adicionales de CO₂ . Cada camiseta comprada innecesariamente contribuye a acelerar el cambio climático que ya afecta a millones de personas en todo el planeta.
3. Huella hídrica
Una simple camiseta de algodón requiere 2.700 litros de agua en su fabricación, equivalente a lo que una persona bebe en dos años y medio. Un pantalón vaquero necesita 7.000 litros .
La industria textil consume 93 billones de litros anuales, suficiente para abastecer a cinco millones de personas. Resistir la tentación de comprar ropa innecesaria durante el Black Friday ayuda a preservar este recurso vital cada vez más escaso.
En un planeta que enfrenta crisis hídricas crecientes, cada prenda no comprada representa agua que permanece disponible para consumo humano , agricultura y ecosistemas naturales.
4. El 40% de la ropa comprada termina como residuo sin usar
De los 100.000 millones de prendas producidas anualmente, el 73% termina en vertederos o incineradoras. En España se generan 326.000 toneladas de residuo textil al año, de las cuales apenas se recicla el 0,5% .
La ropa comprada por impulso durante el Black Friday engrosa estas cifras: prendas que nunca se usarán o que s e desecharán tras pocas utilizaciones . Cada segundo se entierra o quema el equivalente a un camión lleno de textiles en algún lugar del mundo.
5. Los microplásticos textiles invaden los océanos
El lavado de ropa sintética libera entre 0,2 y 0,5 millones de toneladas de microplásticos en los océanos cada año . Estas fibras microscópicas de poliéster, nylon y acrílico atraviesan los sistemas de filtración, llegan al mar y son ingeridas por la vida marina.
Los microplásticos ya se detectan en peces, mariscos y sal destinados al consumo humano . Cada prenda sintética comprada en el Black Friday añade más contaminación permanente a los ecosistemas marinos del planeta.
6. Los ríos cambian de color por los tintes textiles
La industria de la moda produce el 20% del agua residual mundial contaminada con productos químicos tóxicos. Ríos enteros en Bangladesh, India y Vietnam han cambiado de color debido a los tintes utilizado s para satisfacer la demanda occidental de ropa barata.
Estos químicos afectan la salud de millones de personas y destruyen ecosistemas acuáticos completos . El Black Friday intensifica esta producción masiva que envenena las fuentes de agua dulce de las que dependen comunidades enteras.
7. Menos del 1% de la ropa se recicla realmente
A pesar de las promesas de reciclaje, menos del 1% de la materia prima textil se recicla para fabricar nuevas prendas. El resto se incinera, entierra o exporta como «donación» a países que no pueden gestionarlo.
La infraestructura de reciclaje textil es insuficiente y la calidad de la ropa del Black Friday es tan baja que resulta imposible recuperar fibras reutilizables . Comprar en estas fechas alimenta un sistema lineal de extracción, producción y desecho sin circularidad real.
8. Los residuos electrónicos crecen un 20% anual sin reciclaje
Se esperan 50 millones de toneladas de residuos electrónicos este año a nivel mundial. En España, más del 75% no se reciclan correctamente. La tentación de comprar nuevos dispositivos durante el Black Friday para reemplazar otros perfectamente funcionales genera montañas de basura tecnológic a que contiene metales pesados y sustancias tóxicas.
Estos residuos contaminan agua, suelo y aire , representando uno de los mayores desafíos ambientales del siglo XXI por su toxicidad y volumen creciente. La obsolescencia programada convierte aparatos funcionales en desechos prematuros, mientras ltos materiales valiosos que contienen se pierden para siempre en vertederos.
9. Green Friday: alternativa sostenible al consumismo
Resistir la tentación del Black Friday no significa privación , sino consumo inteligente y responsable. Comprar sólo lo necesario, optar por productos duraderos y de calidad, reparar y reutilizar lo que tenemos, y apoyar marcas verdaderamente sostenibles son decisiones que protegen el planeta.
El movimiento contrario al Black Friday es el denominado Green Friday, nacido en 2015, que propone reflexionar sobre los impactos del hiperconsumo y no caer en la tentación de comprar sin ton ni son.
Marcas como Ecoalf se desmarcan del Black Friday para recordar que ninguna oferta merece el futuro del planeta. Te dejamos en este enlace las tiendas y firmas que no se apuntarán al Black Friday 2025 y que no introducirán descuentos por el «viernes negro».
10. Comprar menos pero mejor
Resistir la tentación del Black Friday no significa renunciar a satisfacer necesidades reales , sino adoptar patrones de consumo más reflexivos.
Comprar menos pero mejor, optar por productos duraderos, reparar y reutilizar lo que tenemos , y apoyar marcas con compromisos ambientales reales marcan la diferencia. Cada decisión consciente de no ceder a la tentación de ofertas innecesarias protege ecosistemas enteros.

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