Vivimos una era de incertidumbre acelerada. La realidad de hoy no solo cambia rápido: cambia mientras estamos hablando, mientras planificamos, mientras pensamos. Y quizás este sea uno de los mayores puntos ciegos del liderazgo moderno: creemos que lideramos después de entender lo que pasa, pero en verdad lideramos mientras está pasando.
Ese “mientras tanto” —ese espacio ambiguo, incómodo e impredecible— se convirtió en el escenario donde se toman las decisiones más importantes. Ya no existe la estabilidad como punto de partida; ahora es la excepción. En este nuevo contexto, el líder que espera “tener todo claro” antes de actuar se condena a la irrelevancia.
En otras palabras: la velocidad dejó de ser una ventaja; ahora es el piso mínimo para jugar.
El mito del control total
Durante déc

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