El director de cine iraní Jafar Panahi lleva 15 años filmando bajo amenazas, o en arresto domiciliario, o de manera clandestina . En secreto. También ha estado encerrado en cárceles de su país, en más de una ocasión . Fue solo un accidente , ganadora de la Palma de Oro en el último festival de Cannes y candidata por Francia a los Premios Oscar de la Academia como Mejor Película Internacional, es su primera producción realizada en condiciones legales, si se quiere, normales, en este tiempo. Que Panahi haya logrado salir de su país para presentar la película en Francia, siendo algo así como el dedo en la llaga del régimen teocrático , al que este nuevo film critica, como todo su cine, de una manera feroz, se convirtió en una noticia de peso tanto artístico como por supuesto político.

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