Partiendo de la base de que el sistema judicial español es suficientemente garantista y el lawfare no es otra cosa que una palabra inglesa que casi ninguno sabe pronunciar correctamente, según dice Víctor Lapuente, el caso del fiscal general se ha zanjado con una condena mínima y una manifestación para movilizar a voluntades caídas en el desánimo. Los arquitectos del relato siguen a rajatablas el principio de que no hay mal que por bien no venga. Ya no sé si el problema está en la lucha por imponer el argumento o en la supuesta debilidad del sistema. Más bien creo que se trata de una batalla entre propagandistas, como se ha desarrollado siempre entre los totalitarismos de izquierdas o de derechas: el eterno enfrentamiento entre el fascismo y el socialismo, tal y como lo relata Antonio Scur

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