Hay momentos en los que un país debe mirarse al espejo sin maquillaje. Y en materia ambiental, la Argentina sigue aferrada —como si fuera una adicción silenciosa— a un modelo lineal y agotado: producir, usar y descartar. Un modelo que nos promete comodidad, pero nos deja rellenos sanitarios saturados , recursos naturales en jaque y una economía que paga, cada año, un costo más alto por su propia ineficiencia.

La discusión sobre residuos ya no es un asunto técnico para especialistas en gestión urbana. Es un tema político de primer orden. Porque detrás de cada bolsa de basura hay un modelo económico; detrás de cada recurso sobreexplotado, una decisión pública que se postergó demasiado; detrás de cada falencia en reciclaje, una cadena de valor desaprovechada y miles de empleos posibles q

See Full Page