Puede ser una jugada, una salvada, una atajada o un gol. Es un momento determinado en un partido, que va a quedar adherido a la vida de un futbolista. Pero esa puede ser una burda retrospectiva o una simpleza. La carrera del jugador se compone de mucho más, aunque ese instante sea ineludible. En el caso de Mauricio Pineda , quedará por siempre el momento, reservado para pocos, más tratándose de un defensor, de convertir un gol en una Copa del Mundo, como fue aquel ante Croacia en Francia ’98. Sin embargo, tiene una historia muy interesante para contar, dentro y fuera del mundo de la número cinco.

El reencuentro con Mauricio. Una vida con ciertos puntos de contacto, como haber compartido las mismas aulas, en el querido colegio Don Bosco del barrio de Congreso y el hecho de haber iniciado

See Full Page