El agua verde fosforescente que este fin de semana sorprendió a miles de turistas en el Gran Canal de Venecia no fue un accidente. Fue el último golpe de efecto de Extinction Rebellion, una acción coordinada contra la inacción climática en la que participó la activista sueca Greta Thunberg y que ha provocado que la ciudad decida vetarla de inmediato. La intervención, realizada en pleno corazón de la urbe, ha reabierto el debate sobre los límites del activismo ambiental.
Los 36 participantes de la protesta arrojaron fluoresceína —una sal no tóxica y de rápida desaparición— para teñir el canal de verde brillante y desplegaron una pancarta sobre el Puente de Rialto con un mensaje directo: “Alto al ecocidio” . A la escena se sumó un flash-mob silencioso, con activistas vestidos de

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