China logró un récord ambiental al transformar 93.000 hectáreas de desierto en el bosque artificial más grande del planeta. El proyecto Saihanba, desarrollado durante seis décadas en la provincia de Hebei, frenó el avance del desierto de Hunshandak y redujo las tormentas de arena que afectaban a Beijing. Hoy es un ecosistema modelo y un pilar del plan nacional de reforestación.

Un territorio que renació tras siglos de degradación

Hace 400 años, Saihanba era una región con abundantes bosques y gran biodiversidad. Sin embargo, la deforestación y los conflictos bélicos la transformaron en un desierto hacia el final de la dinastía Qing. Las tormentas de arena avanzaban hacia grandes ciudades como Beijing y Tianjin, generando riesgos ambientales y sanitarios.

En 1962, para revertir esta situ

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