"El Gobierno alimenta una economía de guerra que debilita a los trabajadores y a los servicios públicos”, señala uno de los sindicatos convocantes ante el aumento del 60% en la compra de armamento en los últimos cinco años
Tres años de Meloni en el poder en Italia: lo que esconde la derecha radical de “buenos modales”
En plena carrera armamentística en Europa, este año el gobierno de Giorgia Meloni ha hecho peripecias para adaptar a Italia al aumento de gasto militar demandado por la OTAN y Donald Trump, el gran aliado al que no quiere defraudar. El ejecutivo hizo maniobras contables para llegar al 2% del PIB en defensa en 2025 y se comprometió a alcanzar el 5% en una década. Esto es un reto añadido para la fatigada economía italiana, uno de los países con mayor deuda pública de la UE, donde muchos ven el rearme como una amenaza al estado del bienestar.
Ante ello, la protesta escalará el viernes con una huelga general convocada por sindicatos izquierdistas y de base, contrarios a un modelo que creen que lleva a Italia a derivas militaristas. También se oponen al plan presupuestario de 2026, aprobado por el Gobierno y pendiente de ratificación parlamentaria. Según los sindicatos, este prevé aumentar el gasto militar a niveles inauditos, y potencia la austeridad en un sistema público depauperado, donde la educación o la sanidad salen perdiendo.
“Cada euro gastado en armas es un euro quitado a sanidad, escuelas, pensiones y seguridad social. El Gobierno alimenta una economía de guerra que debilita a los trabajadores y a los servicios públicos”, asegura en un comunicado la Unión Sindical de Base (USB), una de las convocantes de la huelga. Pese a ser minoritaria, esta tiene fuerza en sectores como el portuario, y ganó peso al ser líder de las huelgas contra la ofensiva israelí sobre Gaza que en septiembre y octubre sacudieron Italia. De hecho, la huelga de este viernes incluye entre sus principales motivos la causa palestina. Los sindicatos piden que Italia rompa relaciones con Israel, aplique un embargo militar y deje de contribuir a su “economía de genocidio”. También exigen el cese de entregas de armas a Ucrania, mientras Italia prepara el envío de su duodécimo paquete de ayuda militar a Kiev.
Se va hacia una militarización marcada por los intereses del complejo militar-industrial. La compra de armas de Italia subió un 60% en los últimos cinco años. Tenía un valor de 8.000 millones hace cinco años, y ahora está en 13.000 millones. Es mucho
El paro laboral arrancará este jueves por la noche y se alargará hasta la noche del viernes. Al no sumarse los sindicatos mayoritarios –entre ellos CGIL, que convocó su propia huelga para el 12 de diciembre–, no se prevé seguimiento masivo, pero puede afectar el sector público y privado, la circulación de trenes o buses, el sector aéreo o portuario y más servicios. “El Gobierno aumenta drásticamente el gasto en compra y producción de armas, apunta al sector bélico como única solución, mientras salarios y pensiones pierden poder adquisitivo y las desigualdades sociales, la precariedad y el trabajo mal pagado crecen”, denuncia UBS.
En Italia, un país con una importante opinión pública de tradición pacifista, el impulso armamentístico no ha afectado por ahora a la estabilidad de la coalición de Meloni, pero la oposición y detractores cuestionan este giro.
“Se va hacia una militarización marcada por los intereses del complejo militar-industrial. La compra de armas de Italia subió un 60% en los últimos cinco años. Tenía un valor de 8.000 millones hace cinco años, y ahora está en 13.000 millones. Es mucho”, dice a elDiario.es Francesco Vignarca, miembro de la Red Italiana Paz y Desarmamento (RIPD) y analista de Milex, observatorio independiente que supervisa el gasto militar italiano.
Las cifras que está alcanzando Italia son “un récord histórico”, remarca el experto. Según sus cálculos, para 2026 prevé un desembolso total de casi 34.000 millones de euros en armas, tecnología y equipamiento militar. Esto marca un aumento de más del 45% en casi una década. En 2017, el gasto fue de 23.377 millones, por lo que la subida es pronunciada y el Ministerio de Defensa quiere mantener las inversiones al alza, en línea con la OTAN.
En los próximos 15 años, Italia destinará al menos 130.000 millones a nuevos sistemas armamentísticos y 9.000 millones en infraestructura militar, según Milex. La entidad también denuncia una creciente falta de transparencia y critica que la documentación oficial es cada vez menos accesible. “Italia consolida una política de rearme estructural que consumirá recursos públicos por décadas sin un nivel adecuado de control democrático”, advirtió el observatorio este pasado octubre.
A diferencia de España, que rechazó abiertamente el dictado de la OTAN de llegar al 5% del PIB en gasto militar, Italia mostró tímidas reservas a ello por su delicada situación económica, pero acabó acatando la estrategia atlantista con un acuerdo que aplicará gradualmente a diez años vista. En este, la meta de alcanzar el 5% se distingue en un 3,5% reservado a gasto militar y defensa convencional, y un 1,5% destinado al ámbito de seguridad.
Según Meloni, puede servir cómo vía de crecimiento en un contexto global volátil y afectado por crisis diversas, como las derivadas de los conflictos de Ucrania y Oriente Medio. Tras la Cumbre de la OTAN de La Haya en junio, la mandataria aseguró que el incremento de gasto en defensa “no quitará ni un euro a los italianos”, sino que fomentará “una política económica expansiva que genera recursos”, actividad productiva y empleo.
Sin embargo, para Vignarca, este impulso “solo alimenta los beneficios de la industria armamentística, que aumentó mucho sus ganancias estos años”. A diferencia de Meloni, ve “imposible” que el plan pueda darse sin recorte de gasto público. “Italia es un país con mucha deuda, no puede endeudarse más. Esto implica subir impuestos o recortar de otras partes. Puede afectar infraestructuras, sanidad, educación y otros sectores”, alerta el analista.
En su opinión, este giro tampoco potenciará el tejido industrial del país: “La producción de armas representa menos del 1% del PIB de Italia. Es residual, pero aun así se está yendo hacia los intereses armados”, critica. Según agrega, muchas empresas a las que Italia hace pedidos son extranjeras, y si son italianas, tienen mucha producción fuera del país. Entre ellas está el coloso Leonardo, participada por el Estado, productora de equipamiento militar y aeroespacial, y uno de los principales exportadores de material bélico a Israel. “Tiene la mitad de sus empleados en Reino Unido y mucha producción en EEUU. Todo ello figura en sus cuentas, pero no es valor producido en Italia ni son puestos de trabajo italianos”, indica Vignarca.
También destaca que en esta legislatura liderada por Meloni, “muchas de las adquisiciones han sido del exterior”. Se ha comprado a la empresa alemana Rheinmetall, a compañías de EEUU como Lockheed Martin —productora de los aviones F-35—, o a productores de Israel, como las potentes Rafael o Elbit Systems. “El papel de las empresas israelíes crece: Italia aprobó al menos 600 millones de euros en compras a Israel esta última legislatura y en 2024 el valor de autorizaciones para importaciones militares israelíes se quintuplicó en relación al año previo”, concreta Milex.
“El camino hacia las armas ni siquiera es óptimo a nivel económico. Muchos estudios muestran que invertir en armamento da menos rendimiento que hacerlo en escuelas, sanidad o energías renovables”, argumenta Vignarca, favorable a revertir la tendencia, quién alerta sobre las consecuencias de todo ello a largo plazo.
Saldremos a bloquearlo todo contra el rearme. No nos hacemos ilusiones con pararlo por completo, pero esperamos tener amplio seguimiento en la huelga
Los sindicatos convocantes de la huelga del viernes se expresan en una línea similar. Para la Confederación Unitaria de Base (CUB), el gobierno fomenta un modelo de economía de guerra que “hace extremadamente críticas las condiciones materiales de los trabajadores”, y su plan presupuestario “no prevé ninguna medida concreta para aumentar los sueldos”.

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